Nunca sabré lo que debió pasar.
Una mañana inesperada, un suceso sin plan.
Entre fugases y repetidas miradas inocentes.
Los ojos azules se cruzaron en el desierto de la niña.
Aún sonríe tímidamente cuando lo visualiza en el olvido.
Su rostro ya no le es familiar, no te logro contemplar.
Jamás sabré quien sos, y de mí solo escuchaste una voz.
Que quizá no recuerdes ya.
¿Quién me garantiza que fue realidad?
Solo la certeza de que en mi memoria siempre existirás.